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PRESENTACIÓN*

En el mes de junio de 2.004, la Facultad de Ciencias de la Administración de la Universidad del Valle, ofreció a la comunidad académica y empresarial el Primer Seminario Internacional «Nuevo Pensamiento Administrativo», con reconocido éxito…

Tal como dijimos en aquella ocasión, no existe una disciplina académica más proclive a las modas y más afectada por la velocidad del mundo actual y por la exigencia de resultados, que la Administración como cuerpo de fórmulas diseñadas para alcanzar la «buena marcha» de las organizaciones, ante la productividad y la competitividad que demanda un planeta globalizado. Sin embargo, los retos del pensar académico deben cumplirse por fuera de las «modas», su tiempo es otro y sus resultados deben medirse por el desarrollo del conocimiento a través de la crítica rigurosa y responsable, ojalá unida al diseño de soluciones a problemas humanos y sociales.

El uso de la tecnología por los seres humanos plantea, no pocas veces, fuertes dificultades de tipo ético. No faltan quienes piensan que la ética es sólo para recitarla en los salones, aunque deba eludirse en la acción concreta porque constituye un estorbo en el camino de la realización de los fines. La bomba de hidrógeno fue el resultado de formidables hallazgos científicos, pero su uso efectivo en la geo-política levantó en el pasado y continúa levantando problemas éticos de muy elevada complejidad. En este mismo orden de ideas, la ciencia psíquica diseña técnicas capaces de conseguir que las personas puedan ser inducidas, no sólo a pensar como se quiere sino a realizar aquello que las organizaciones se proponen para el logro de sus fines. Igual sucede con la denominada cultura organizacional, en cuanto instrumento de cohesión alrededor de visiones, misiones y metas. Desde este punto de vista, la ética podría oponerse a tales procedimientos por considerarlos «manipuladores», en cuanto habla en nombre de una dignidad humana y de una autonomía del sujeto cuyos fueros y límites de intervención no están claros, pero deberían ser dilucidados.

En los procesos de producción de bienes y servicios se utilizan medios físicos pero, sobre todo, medios humanos. Esto es así todavía, porque la robótica no se ha terminado de apoderar de las organizaciones. Tenemos máquinas, tecnologías de todo orden y materias primas, de una parte; y de la otra seres humanos que actúan como auténticos medios en el proceso productivo, aunque no quiera llamárselos de este modo ni se admita que lo son de manera efectiva. Se sabe que los esclavos y los siervos del pasado fueron medios humanos sin derechos. Pero en la modernidad, aunque los operarios y los empleados reprodujeron la condición de instrumentos mediáticos de la producción, no obstante se encuentran amparados por un mínimo de derechos que la democracia social instauró. Sobre estos medios humanos con derechos reconocidos por la ley y la filosofía, se sostiene la racionalidad productiva instrumental contemporánea, que por algún motivo, sin embargo, Habermas denominó «afraternal».

Las ciencias humanas aplicadas al mundo administrativo, al generar instrumentos susceptibles de aplicación y uso en la producción por el camino de la «estimulación psíquica», permiten que los medios humanos del trabajo se conviertan en medios «comprometidos», mediante técnicas de manipulación por la positiva y de disuasión por la negativa, en busca de la productividad, la efectividad y la eficacia a ultranza. Las máquinas y las materias primas no son susceptibles todavía de estimulación psíquica, por más que algunas de ellas sean consideradas inteligentes. Simplemente, se las refina y perfecciona. Pero los medios humanos, tantas veces denominados «recursos», sí lo son. ¿Cuál es el límite ético de este «direccionamiento» humano hacia los fines organizacionales? De nuevo la ética podría ser vista como un estorbo molesto, aunque se la reconozca al mismo tiempo como un paradigma indeclinable.

La transparencia científica acerca de las lógicas humanas y sociales reales, así como el modo como intervienen los intereses en la producción y en las organizaciones, tiene al menos dos opciones a elegir en los medios académicos: la del pensamiento crítico con fundamento ético, de una parte; y la del diseño instrumental aplicado a ojo cerrado, sin atención a principios capaces de amarrar las manos cuando se requiere avanzar eficazmente hacia la realización de los fines y el cumplimiento de las metas, «como sea y al precio que sea».

En este complejo escenario, un «nuevo» pensamiento administrativo no debe entenderse como necesariamente contrario a la opción instrumental aplicada, aunque sí cuidadoso de la ética y de los principios que amparan a todo sujeto humano de posibles abusos. Pero, no de manera retórica sino real. Si esto es cierto, un «nuevo» pensamiento administrativo, en razón de su función crítica, podría concebirse como un continuo estado de alerta en defensa de los derechos humanos en el mundo del trabajo y de las organizaciones, en favor de la transparencia y en contra de la manipulación psíquica, el «terror» organizacional o el «despotismo» fabril. En suma, en defensa de la dignidad humana y del sujeto que se debe respetar como autónomo en su conciencia libre.

Es mucho pedir hoy en día, es cierto. Pero es lo menos que puede proponerse la academia, antes de terminar de inclinarse delante de los diseños instrumentales que hacen de los seres humanos simples cosas manipulables que, sin embargo, se creen libres.

La ideología organizacional, delicado y fino instrumento de la inducción psíquica, suele ser lo contrario de la transparencia. Un «nuevo» pensamiento administrativo debería estar en condiciones de permanecer en estado de vigilia, para dilucidar la instrumentalización ideológica. Pero, al mismo tiempo, para ofrecer alternativas de motivación humana a partir de la transparencia organizacional. Se trataría de construir reglas de juego confiables en el trabajo y de generar compromisos en términos de derechos y deberes mutuos. Pero no retóricos, insistimos, sino reales, producto de la convicción y de los principios.

(…)

Esto no es nuevo en el mundo, pero quizás lo sea entre nosotros. Los subordinados, eufemísticamente llamados «colaboradores», sabrían bien cuál es el juego y lo aceptarían a conciencia. La organización transparente, inmersa en nítidas reglas de juego en términos de deberes y derechos claros y definidos, podría estar en condiciones de generar dinámicas insospechadas. Sin embargo, parecería que la administración tradicional, como disciplina académica encasillada en fórmulas y en cuanto práctica empresarial repetitiva, continúa apostando por el encubrimiento ideológico y por la manipulación psíquica, por el autoritarismo y el uso con fines ideológicos de la cultura organizacional, todo esto sumado a graduales dosis de pánico laboral frente al despido implícito.

Un «nuevo» pensamiento administrativo, entonces, podría ser el resultado de un permanente estado de alerta crítico, en defensa de los derechos humanos y la dignidad en el trabajo, tanto para los operarios como para las personas que ocupan niveles medios e incluso altos en la pirámide. Pues existen ejecutivos que hoy no tienen límite en la jornada, en detrimento de sus vidas personales y familiares. Este estado de alerta crítico podría derivar, al menos, de dos fuentes seguras: las ciencias humanas y sociales, que procuran el conocimiento sin condiciones ni cálculos de conveniencia, que no practican el rubor ante aquello que «no se puede ni conviene decir», de una parte; y de otra parte la ética, entendida, no como un estorbo frente al logro de los fines, sino como un respetable decálogo de principios capaz de definir los límites que debe tener toda intromisión en la vida psíquica de los seres humanos en el trabajo, a pesar de las urgencias que impone la competitividad.

Un «nuevo» pensamiento administrativo no debe medirse sólo por la novedad de lo que dice ahora y nunca fue dicho antes, sino por su permanente actitud de no olvido, de no resignación ante las lógicas implacables de nuestro mundo. En fin, por su apuesta en favor de quienes resisten, porque consideran que la dignidad del individuo todavía es un valor. La dignidad humana existe como un sueño moderno, del mismo modo como existen las ficciones respetables y efectivas de la libertad, la igualdad de derechos y la autonomía del sujeto. La dignidad humana, fundada en la libertad, la igualdad y la autonomía, no son nuevas sobre la tierra que ahora vemos humillada por el ejercicio de los poderes aplastantes, sin límites. Pero siempre se deberá estar en la actitud de defenderlas desde la academia. El «nuevo» pensamiento administrativo no presume de estar moviendo la frontera del saber normal. Su propósito es más modesto, pero con seguridad más difícil y riesgoso: ser nuevo cada día que pasa en el sentido de mantener en alto la actitud crítica, con la ayuda de las ciencias humanas y sociales incorporadas al análisis organizacional, con flexibilidad de método y compromiso transdisciplicario.

El «nuevo» pensamiento administrativo que proponemos es en suma, una apuesta por la dignidad humana en las organizaciones, lejos del humanismo ideológico  ingenuo en la gestión y con decidido apoyo en las ciencias humanas. Aboga por la transparencia alrededor de derechos y deberes mutuos en la organización, exponiendo y no encubriendo la lógica real de los procesos y de los intereses en juego; apuesta por una motivación, una lealtad y un sentido de pertenencia fundados en esa misma transparencia organizacional, y propone la inclusión real y no ficta de todos, oponiéndose a las simples fórmulas retóricas que sólo apuntan a la inducción psíquica.

El «nuevo» pensamiento administrativo tiene entonces, además, el compromiso social de ir más allá de la simple crítica académica, seria y responsable. Debe poder elaborar propuestas de solución novedosas, si es necesario por fuera de los paradigmas convencionales de la administración. Debe estar en condiciones de proponer modelos de sociedad alterativos y justos, en alianza teórica con el pensamiento político, económico y social.

…Estamos construyendo una red académica de pares internacionales y nacionales que compartan los rasgos centrales de nuestra mirada, con el propósito de crear un espacio común de reflexión administrativa donde hagan tangencia las ciencias humanas y sociales pero, sobre todo, donde podamos generar pensamiento integrador, mediante síntesis transdiciplinarias novedosas.

Todavía la humanidad puede fundar su optimismo antropológico en el uso de la razón. Y, si esto es así, que vivan para siempre entre nosotros la crítica responsable y el pensamiento en libertad.

*Ver presentación completa en:
Cruz-Kronfly, Fernando. (ed.) (2005). Presentación. Nuevo Pensamiento Administrativo. Cali: Facultad de Ciencias de la Administración.